El Papel de las Mujeres en procesos de Cambio Democrático en Colombia y México

El jueves, 10 de junio, tuvimos el primero de los foros de la Alianza de Mujeres por la #DemocraciaEnIgualdad donde pudimos compartir junto a expertas de la región sobre la importancia y necesidad de la participación femenina en los procesos de negociación así como en el establecimiento de la paridad de género en los cargos políticos para lograr democracias plenas.

Desde México, la periodista y politóloga Gabriela Vargas narró las distintas circunstancias por las que atravesaron las mujeres en su país para lograr representación y poder en el ámbito político e hizo énfasis en la unión de todas las representantes para obtener un objetivo en común.

Por otro lado, Elena Ambrosi Turbay, exprocuradora delegada para el seguimiento al Acuerdo de Paz y Claudia Mejía Duque, abogada feminista, experta en derechos humanos e integrante del movimiento Defendamos la paz, hablaron sobre la participación de las mujeres en el acuerdo de paz colombiano, así como el papel de las organizaciones feministas que velan por su cumplimiento. Detallaron cuán complejo fue lograrlo, debido a las grandes diferencias que había entre los grupos, pero motivadas por la idea de un futuro compartido se dio la oportunidad de vencer esa enemistad histórica y todos los esfuerzos se volcaron en la esperanza de un futuro pacifico, en igualdad y en democracia.


El largo camino para la paridad en México 

La reforma político-electoral del 2014, con la que finalmente se reconoce la paridad 50-50 en la contienda por las candidaturas y los cargos de elección popular en México prosperó por dos circunstancias fundamentales, según afirma Gabrila Vargas: el activismo emprendido por las asociaciones de mujeres y grupos feministas, y el trabajo que se hizo de manera conjunta con las legisladoras de los diversos partidos. 

En ese proceso de debate se juntaron las mujeres senadoras de los tres principales partidos en México (PRI, PAN y PRD), sin importar su color o filiación política, e hicieron un frente común en plena negociación de la reforma político-electoral. Ellas le dijeron a sus compañeros de partido que la reforma solo seguiría adelante si se consideraba la reserva por la cual debían incorporar el principio de paridad. Este momento álgido y de debates se logró superar y finalmente se logró la reforma del artículo 41 de la Constitución. 

A mayor presencia de las mujeres, mayores son las resistencias

Gracias a ese marco, en 2015, se dieron las primeras elecciones por principio de paridad. Pero, desafortunadamente, como sucede en otros ámbitos, a mayor presencia de las mujeres, las resistencias son mayores. Ese año se manifestan conatos de violencia de distinta índole contra las mujeres candidatas, incluyendo amenazas, agresiones contra sus familiares y aliados políticos y hasta contra ellas mismas. A algunas les hicieron actos de intimidación en sus propias casas y, en aquellas comunidades más conservadoras, las agredieron. 

Esto se hace tan manifiesto que no solo la Fiscalía de delitos electorales empezó a tomar nota —para ser el primer proceso de esta naturaleza, llamaba la atención que se abrieron 57 investigaciones—, también las autoridades electorales (ante la ausencia de un marco legal) generan lo que en ese momento se conoció como el “Protocolo para atender la violencia política contra las mujeres”. Pese a que no estaba tipificado el delito, las autoridades electorales, como el Tribunal Electoral y el INE, empezaron a generar acciones para interpretar exhaustivamente la ley y proteger los derechos político-electorales de esas mujeres violentadas, no sólo en campaña sino también cuando asumen sus cargos.  

Las elecciones de 2018 en México traen paridad en un contexto de violencia

En las elecciones de 2018, que también fueron elecciones presidenciales y federales, se registraron 774 agresiones, según la Consultoría Etellekt y 48 candidatos y aspirantes fueron asesinados. 

Aún así, en ese contexto, se da la noticia de que México tiene el primer congreso de la paridad. Las diputadas por primera vez conforman casi el 50 % de la Cámara de diputados y, de nuevo, se generaron alianzas entre ellas, acompañadas de agrupaciones sociales que también siempre estuvieron cerca de las legisladoras e impulsan dos reformas muy importantes

  • Reforma "paridad en todo" (2019), que busca que el principio de paridad se aplique en todos los poderes públicos (ejecutivo, legislativo, judicial y órganos autónomos). 

  • Reforma en otras 8 leyes que tienen que ver con la protección de los derechos de las mujeres, de manera que se logró tipificar el delito de violencia política contra las mujeres por razón de género, iniciativa muy valiosa porque le dio sostén jurídico a este tipo de agresiones contra candidatas y políticas. 

La conocida organización social Las Constituyentes trabajó con el Instituto Nacional Electoral previo al inicio del proceso electoral, en septiembre, para promover lo que ya se conocía como la “Declaratoria 3 de 3”, que es una iniciativa que ellas venían impulsando para que todo candidato hiciera una declaración de buena fe donde manifestaba que jamás había sido procesado o condenado por acoso/violencia sexual, violencia familiar o como deudor alimentario. La autoridad electoral lo incorpora en sus lineamientos y lo hace obligatorio para los partidos. Lo que se pretendía con esto es que esa información no solo fuese pública, sino que también fuese un referente para los votantes. 

Gabriel Vargas en el foro de la Alianza de Mujeres por un #DemocraciaEnIgualdad

Gabriel Vargas en el foro de la Alianza de Mujeres por un #DemocraciaEnIgualdad

¿Cuál es el saldo del reciente proceso electoral en México?

Desafortunadamente, no estuvo exento de actos violentos. El saldo, según Etellekt, fue de 782 agresiones documentadas contra aspirantes y candidatos en todo el país. De los 89 políticos que perdieron la vida, 14 eran mujeres y 7 de ellas eran candidatas. Esto inhibe cualquier intención de muchas mujeres a entrar a este importante espacio. Sin embargo, muy pocas renuncian a los cargos; esta vez, solo dos casos fueron públicos y conocidos, lo cual nos da cuenta de la fortaleza de las mujeres. 

En cuanto a los resultados, a nivel general, se eligieron 6 mujeres gobernadoras, gracias a la actuación del INE, que obligó a que los partidos cumplieran con la cuota de género en sus candidaturas a las gobernaciones, para lo cual tuvieron que enfrentar severas resistencias. En la Ciudad de México, de las 16 alcaldías en contienda, 8 van a ser para mujeres. 

Desde 2019, que se vio el activismo de los grupos feministas del país por los lamentables saldos de feminicidios —10 mujeres por día son asesinadas por razón de género—, no ha parado este activismo y se ha desbordado en todas las esferas del espacio público, aún a pesar de la pandemia. Estos resultados han sido una lucha muy larga, pero también una muestra de sororidad. 

¿Cómo llegar a acuerdos entre las mujeres en un contexto patriarcal donde competimos entre nosotras para ocupar los escasos espacios? 

Los conflictos entre organizaciones se han ido superando. Con los años, las agrupaciones y asociaciones fueron trabajando de manera más coordinada. Al principio, parecían que hacían acciones aisladas, pero con el tiempo se vincularon, haciendo redes e incluso aliándose con las legisladoras, logrando trabajar de manera más ordenada. Cuando más asociaciones se van sumando, su peso político es mucho mayor y tienen mayor eco en las propias mujeres para impulsar una agenda. 

Las legisladoras decidieron trabajar juntas, a pesar de sus diferencias y de las imposiciones de sus propios partidos. Ellas hicieron consciencia de que, de no asumir el compromiso de género que tenían como legisladoras, no iban a prosperar las iniciativas de esta materia. Eso se sumó al trabajo de insistencia de las asociaciones de grupos feministas que de manera constante les daban a conocer la importancia de la agenda. También, por lamentable que sea, otro aliciente fue el incremento de feminicidios en México. 



Acuerdos de paz en Colombia: las mujeres fueron clave

El 24 de noviembre de 2016, el gobierno de Colombia y las Farc lograron firmar un acuerdo para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera que puso fin a una disputa de 50 años. Este acuerdo ha sido reconocido como uno de los acuerdos más incluyentes jamás firmado, un logro de las organizaciones de mujeres. 

El proceso

Existe un marco internacional de resoluciones de Naciones Unidas que promueven la participación de las mujeres en procesos de negociación, paz y seguridad, así como evidencia que muestra cómo aquellos acuerdos en los que participan las mujeres tienden a ser más incluyentes, especialmente porque garantizan los derechos de las mujeres y de grupos vulnerables. 

En el caso colombiano, mujeres que fueron partícipes del acuerdo reconocen que al principio esta negociación no tenía en cuenta la participación femenina sino que ésto se fue dando a lo largo del tiempo. 

Elena Ambrosi Turbay en el foro de la Alianza de Mujeres por una #DemocraciaEnIgualdad

Elena Ambrosi Turbay en el foro de la Alianza de Mujeres por una #DemocraciaEnIgualdad

Estas negociaciones se pensaron en dos fases: una primera fase secreta, que duró 6 meses, donde la intención del gobierno era verificar la voluntad de paz de las FARC para llegar a una agenda acotada y realista. En esta fase, la participación de las mujeres fue muy baja — de 7 personas, 2 de ellas eran mujeres—, los negociadores principales siempre fueron hombres e igual en el caso de las FARC, donde de 5 personas firmantes, solo 1 era mujer. 

Luego empezó la fase pública, a finales de 2012. En este punto, la foto fue aterradora para las organizaciones de mujeres. Las dos delegaciones, con cinco miembros plenipotenciarios por cada una, no incluían ni una sola mujer. La única mujer que estaba sentada en la mesa venía por parte de Noruega, que era país garante y que naturalmente siempre ha tenido una política exterior feminista. 

En este escenario empezaron múltiples manifestaciones por parte de las organizaciones de mujeres, pero también de algunos países que apoyaban el proceso de paz, solicitando al gobierno colombiano una mayor participación de mujeres en la mesa de negociación. 

Cumbre de Mujeres, Paz y Seguridad

En octubre de 2013, más o menos un año después de iniciadas las conversaciones, se reunió un conjunto muy importante de organizaciones de mujeres (cerca de 500 mujeres de diferentes partes del territorio), lo que se llamó la Cumbre de Mujeres, Paz y Seguridad, que después de unos días en los que trabajaron apoyadas por la Comunidad Internacional y de las organizaciones internacionales, hicieron tres peticiones al gobierno: 

  1. Ver mujeres sentadas en la mesa.

  2. Que se incluyeran en las conversaciones las necesidades, los intereses y las afectaciones que el conflicto había dejado en la vida de las mujeres. 

  3. Que las mujeres no se paraban de la mesa hasta llegar a un acuerdo. 


Un mes después de eso, un plenipotenciario salió y el gobierno decidió nombrar a dos mujeres plenipotenciarias y las FARC hizo lo propio nombrando también a una mujer. Es decir, casi un año después, las mujeres entraron a participar como plenipotenciarias en la mesa de negociación. 

Inclusión sistemática del enfoque de género

Sin embargo, para ese momento, ya se había avanzado en varios de los acuerdos y en paralelo se daban discusiones dentro del gobierno porque aunque habían algunas disposiciones para garantizar los derechos de las mujeres, no había habido una inclusión sistemática del enfoque de género en los textos de los acuerdos. 

La situación era compleja porque con la FARC nunca se había llegado tan lejos y la situación obligaba a reabrir los acuerdos para incluir el enfoque de género o pensar en un capítulo aparte, al final, que lograra transversalizar el enfoque de género. Al interior del gobierno esta fue una discusión fuerte, pero finalmente se optó por reabrir los capítulos para poder incluir el enfoque de género, con todos los riesgos que a juicio del gobierno eso implicaba. 

Creación de la subcomisión de género

En 2014 se creó la subcomisión de género, integrada por cinco personas de cada una de las delegaciones, mayoritariamente mujeres. Esta subcomisión comenzó a trabajar en paralelo con la mesa, revisando los textos de los acuerdos y haciendo recomendaciones para que en los puntos que seguían se transversalizara el enfoque de género. 

Por otro lado se diseñaron una serie de mecanismos de participación que luego se pusieron en marcha como la realización foros por cada uno de los puntos del acuerdo y reglas para que realmente se garantizara la participación de mujeres. 

A pesar de eso, solo el 36 % de las personas que participaron fueron mujeres, pero recibieron más de 7 mil propuestas. En el caso del gobierno, sistematizaron todas las propuestas que llegaron de la sociedad civil y se volvieron un insumo fundamental a la hora de la revisión de los acuerdos y de la concreción del enfoque de género. 

Logros del acuerdo de paz 

Podría decirse que el acuerdo de paz logró tres grandes cosas, que se traducen en más de 110 disposiciones relacionadas con los derechos de las mujeres: 

  1. Reconoce el papel fundamental que jugaron las mujeres en la construcción de paz en Colombia, incluso en medio de la guerra. Y, en ese sentido, había una serie de acciones afirmativas para promover una mayor participación de las mujeres en los procesos de construcción de paz y en las instancias que se debían crear a partir de la implementación del acuerdo. 

  2. Reconoce la desigualdad y la discriminación histórica que habían sufrido las mujeres, en espacial la precaria situación que vivían las mujeres rurales. En ese contexto, se aprobaron una serie de medidas afirmativas para promover la igualdad de derechos y de acceso a bienes y servicios por parte de las mujeres. 

  3. Reconoce el impacto diferenciado que ha tenido el conflicto en las mujeres y establece una serie de medidas en el marco del sistema de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, que se creó para hacer frente a esos impactos, teniendo disposiciones tanto en su composición como en el proceso que debían adoptar las instituciones para su implementación. 

Amenazas al enfoque de género 

En Colombia se realizó un plebiscito para preguntar a la ciudadanía si estaba a favor del acuerdo y en la campaña se difundieron argumentos sobre el sistema de justicia transicional, sobre la posibilidad de que las FARC tuvieran un grado de participación política y sobre la “ideología de género” como una amenaza que rompería la familia tradicional. 

De todos modos se perdió el plebiscito y la implementación que se ha dado del acuerdo viene en un contexto en el que muchos afirman que es ilegítimo porque se terminó aprobando por un mecanismo creado en el congreso, aún cuando no había sido el mecanismo pactado. 

A pesar de las dificultades que se han dado en la implementación, que son muchas y la principal de ellas es la precaria situación de seguridad que se vive en muchos territorios, ha habido unos logros importantes en la implementación. 

En el tema de enfoque de género se lograron 51 indicadores para el tema de género que no recogen todas las disposiciones que estaban en el acuerdo pero sí una parte importante. Aunque en el tema de la implementación se ha dicho que cerca del 40 % de las disposiciones de género no habían iniciado su implementación. 

Otro logro importante es que el tribunal que se creó para juzgar a los máximos responsables de las más graves violaciones a los derechos humanos está compuesto en más de un 50 % por mujeres; la comisión de la verdad está integrada en un 40 % por mujeres y la unidad de búsqueda de personas desaparecidas es liderada por una mujer. 

La importancia de las alianzas entre mujeres

Las alianzas tejidas entre mujeres diferentes, también entre mujeres adversarias, inclusive entre mujeres de los grupos enemigos en la guerra contribuyeron de manera definitiva al acuerdo de paz en Colombia. El mayor ejemplo es la Red Nacional de Mujeres que, convencida de que es posible cimentar la democracia, trabajan arduamente para lograrla. 

Es importante tener claro que el aporte de las mujeres al acuerdo de paz lo hizo posible un tejido de mujeres en toda su diversidad. No solamente las mujeres de la sociedad civil, las mujeres de gobierno o de la guerrilla, ni las mujeres de la comunidad internacional; fue la unión de todas las mujeres desde esas orillas trenzadas en una idea de “futuro compartido”. 

Claudia Mejía Duque en el foro de la Alianza de Mujeres por una #DemocraciaEnIgualdad

Claudia Mejía Duque en el foro de la Alianza de Mujeres por una #DemocraciaEnIgualdad

Muchas tenían posiciones históricas casi irreconciliables, unas eran adversarias desde tiempo atrás y hasta enemigas. Las mujeres del movimiento de mujeres y feministas, a pesar de las diferencias, construyeron durante años la agenda de paz que llevarían a la mesa de conversaciones. Fueron cinco décadas en las que se concentraron en la protección de las mujeres víctimas y en la exigibilidad al Estado del reconocimiento de sus derechos como víctimas porque “aún en contexto de conflicto armado las mujeres tienen derechos”, como decían entonces. Más de cincuenta años esperando el momento de la paz negociada, ellas se alistaban para ese instante de esperanza que muchas no creían que podrían vivir y trabajaron para las siguinetes generaciones.

Las relaciones de las mujeres feministas y también de las del movimiento social en general, se vieron atravesadas por uno de los mayores efectos de las guerras que es también uno de los efectos de los cierres de las democracias: la ruptura de los tejidos sociales, de la confianza, de la credibilidad en el otro o en la otra, la lógica de la destrucción del enemigo (el enemigo era inclusive el que pensaba distinto). 

Entre mujeres también crecieron las diferencias que las volvieron en ocasiones adversarias en sus posiciones; en particular, por la posición que se tenía al momento de ubicar el lugar que se le daba la guerra en la superación de la injusticia. En algunas ocasiones se veía la guerra como algo necesario en esa aspiración de una nación que superara la injusticia y la desigualdad, y otras posiciones en las que de ninguna manera se veía como un camino para lograrlo. 

Cuestionamientos de los grupos de mujeres 

¿Quienes defendían esa guerra como estrategia y método para alcanzar la igualdad eran integrantes de las guerrillas? ¿Quienes la atacaban eran enemigas de la justicia? Esas preguntas permanentes entre las mujeres y actores sociales tenían otras implicaciones que profundizaban las dudas entre las mujeres. 

Por ejemplo, ¿la mayor responsabilidad del Estado en la comisión de graves violaciones de derechos humanos e infracciones al derechos internacional humanitario eximía la responsabilidad de la guerrilla? ¿La supuesta búsqueda de justicia de parte de la guerrilla condonaba sus crímenes? ¿Eran más graves los hechos que cometía el paramilitarismo que los que cometía la guerrilla porque era cobijado en su nacimiento y en gran parte de su desarrollo por sectores del Estado? 

Esos debates detrás de los cuales había inmenso dolor y sufrimiento de la gente y, de manera desproporcionada, de las mujeres, las dividía radicalmente. Pero también habían muchos momentos donde las feministas y las mujeres lograron acuerdos para impulsar acciones contra la guerra y por la paz negociada, de manera dispersa y a veces articulada. Avanzaron en una agenda común frente a los derechos de las mujeres víctimas del conflicto, sobre todo de violencia sexual cometida por todos los actores armados, legales e ilegales. 

Agenda para la paz

Esta agenda, construida para la guerra, fue luego la agenda de las mujeres para la paz, incluyente de la igualdad de género. Fue el propósito común que les permitió construir alianzas tejidas alrededor de esa idea de futuro, que contribuyó a hacer posible la terminación de la guerra de cinco décadas con un acuerdo de paz que materializara la aspiración de una paz estable y duradera. 

Las alianzas de mujeres del movimiento feminista, mujeres del movimiento de mujeres en toda su diversidad, incluida de manera importante, las mujeres víctimas del conflicto armado, mujeres con diferentes posiciones en ocasiones irreconciliables, todas juntas se unieron en una gran cumbre de mujeres y paz, también las alianzas entre mujeres de gobierno y de la guerrilla, enemigas históricas que trabajaron juntas en la subcomisión de género en la mesa de negociaciones lograron hablar por primera vez mirándose a los ojos, inclusive de su responsabilidad, de la guerrilla, en el sufrimiento de las mujeres en la guerra. 

Alianzas del movimiento de mujeres y feminista con el gobierno, que muchas veces estaban enfrentadas por los reclamos de la igualdad que hacían las mujeres feministas. No obstante, se pusimos de acuerdo. 

Estas alianzas se lograron con el concurso de las mujeres de la comunidad internacional, especialmente de las Naciones Unidas y de los gobiernos garantes y acompañantes. Hubo logros alcanzados por obra de algunas de estas alianzas, otros logros por el gran tejido de todas las alianzas. Por ejemplo, ampliar la mesa de conversaciones con plenipotenciarias mujeres; instalar la subcomisión de género integrada por mujeres fundamentalmente con el mandato de la transversalización del enfoque de género en todo el acuerdo de paz; adoptar más de un centenar de medidas o disposiciones concretas de género para que la tarea de implementación incluyera preferentemente a las mujeres. 

El acuerdo de paz de Colombia ha sido considerado como el más avanzado en materia de equidad de género y derechos de las mujeres. Las participantes del foro consideran que el mayor esfuerzo alcanzado fue la consciencia lograda por la mesa de conversaciones, a su vez plasmada en el acuerdo de paz que reconoce que la discriminación de las mujeres estuvo en las raíces de la guerra, agravando los efectos en su contra y, en consecuencia, la sostenibilidad de la paz exige la base de igualdad con las mujeres porque solo las sociedades igualitarias con las mujeres son sociedades capaces de vivir en paz y también en democracia. 

Si las mujeres no hubiésemos tejido esas alianzas, enriqueciendo el proceso con nuestra experiencia, nuestra mirada, nuestra inteligencia, esta claridad seguramente no se habría logrado y entonces la paz sería una tarea más difícil de lo que nos está significando en el país.  

Relatoría hecha por: Estefanía Reyes







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